Un nuevo año fructífero es posible si buscamos el fuego interior
Bienvenido el abrazo de feliz año 2022, así como todos los augurios por los días que vendrán; todas esos deseos y manifestaciones espontáneas, sinceras y a flor de piel, son muy reconfortantes y “contagiosas”, pero qué de lo que palpita en nuestro interior, que no es tanto el corazón sino el espíritu de nosotros que clama porque le prestemos atención. Pues es desde allí dentro, precisamente, donde está toda la fuente inagotable de regocijo y prosperidad con la que podemos alumbrar el mundo.
No ha sido fácil
para la humanidad estos dos últimos años. La pandemia (COVID-19) ha ocasionado
más de cinco millones de muertes en el mundo. Y es nuestra América la más
azotada por el Coronavirus: 2,3 millones de decesos, poco menos la mitad en
relación a los otros continentes. No han bastado las vacunaciones masivas y las
medidas de bioseguridad; el virus resiste a la ciencia, se filtra como el agua y
se disfraza de variantes (ómicron es su nueva máscara) para mantener en jaque a
la población mundial. Cuánto dolor ha causado física y afectivamente. Y, por
desventura, no parece que en el 2022 detendrá su guadaña de muerte y secuelas.
¿Qué nos queda
por hacer? Lo que ancestralmente nos ha arropado más que un cálido hogar o la cobija
a mano. El recurso que hemos olvidado y resulta infalible ante el temor, la
incertidumbre y los nubarrones que todo lo oscurece. Sí, ir hacia nuestro yo
interior, hacia el alma o espíritu que nos conecta con el universo, con el Ser
Supremo, y que habita en nosotros mismos. Incluso hasta los ateos saben o
presienten que hay una fuente o energía que mueve la vastedad, aunque niegan
que se sea Dios.
¿No creen que es
una gran suerte que la solución a los demonios y conflictos (literal y
figuradamente) no esté afuera, hacia donde nos perdemos, sino muy dentro de
nosotros? Vayamos allá. Que no es fácil, que es muy deportivo decirlo y ponerlo
en práctica es demasiado escabroso. ¿Acaso la vida misma que tenemos no ha sido
una lucha constante por hallar la tranquilidad y prosperidad mental y material?
El punto es que nos hemos dirigido al frente cuando el camino esta hacia
nuestro interior.
El tiempo que nos
ha tocado vivir ahora y los que vivieron quienes nos antecedieron nunca ha sido
ni será para los flojos sino para los valientes, para los que se atreven, y la
espada y escudo que infaliblemente nos resguardan contra el enemigo no están
forjadas del fuego que vemos ante nosotros, están hechos de la lumbre que arde
muy internamente.
Busquemos nuestra
llama íntima, la chispa que todo lo mueve. Y que no es parcela de ninguna
religión ni de ninguna ciencia o conocimiento. Ella puede encontrarse en el
yoga o en alguna forma de pensamientos o “no pensamientos”, en el cristianismo,
el budismo, el mahometismo, el esoterismo u otros “ismos”. Pero sobre todo en
la voluntad inquebrantable de deshacerse de las ataduras del temor, la dejadez
y el conformismo.
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Un nuevo año fructífero es posible si buscamos el fuego interior
Reviewed by Alejandro Domecq
on
13:10:00
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