Te dirán traidor si criticas a los jerarcas de la revolución
Ha sido tendencia en Twitter la pugna que enfrenta a seguidores de la revolución venezolana con el diputado y punta de lanza comunicacional del régimen que la sustenta: Mario Silva. ¿La razón? Ellos lamentan que la cúpula en el poder aceptara colocar de imagen de Conviasa (línea aérea del Estado) a la actriz Hilda Abrahamz, acusada de ser antichavista y enemiga de la revolución, y que el conductor del espacio televisivo La Hojilla consienta esa decisión.
Lo cierto es que solo
unos poquitos de usuarios de la citada red social abrieron sus paraguas para
guarecer a Silva de los contraataques mayoritarios de tuiteros socialistas en
favor de tres de ellos (descalificados por el periodista), tras coincidir que
Mario Silva ha cambiado su discurso, pues hablaba de aceptar la crítica en el
alto gobierno para rectificar lo que hubiese que rectificar; pero ahora, hinchado
del poder y sus prebendas, llama antirrevolucionarios o enemigos de la patria a
quienes alertan de las fallas y contradicciones del gobierno bolivariano.
No obstante,
muchos partidarios, agarrados en su buena fe, ignoran que las revoluciones
políticas de corte totalitario (todo lo controlan) llevan en su ADN la
conveniente percepción de que todo aquel que no se avenga a rajatablas con las
decisiones de la cúpula todopoderosa, inmediatamente hay que calificarlo de
traidor.
Por citar un
ejemplo, así le ha sucedido al diputado Oscar Figuera, secretario general del PCV
(Partido Comunista de Venezuela), a quien los mandamases de la Asamblea Nacional,
de mayoría oficialista, lo han tildado de manera insólita de “delfín de la CIA”
y “tarifado del Departamento de Estado”. Sí, al mismísimo Figuera, quien al
parecer no se ha lucrado con la revolución y vive de manera modesta.
Pero habrá
también de recordar a los adeptos al partido de gobierno (PSUV) que el año
pasado, de cara a las elecciones parlamentarias, el TSJ (Tribunal Supremo de
Justicia) intervino a los partidos de izquierda PPP (Patria para Todos),
Tupamaros, Bandera Roja (BR) y COMPA (Compromiso País) que se habían deslindado
de la coalición con el régimen, y como castigo completo colocaron en sus juntas
directivas a personas afectas al régimen.
De allí que, a
ellos, a los que todavía creen que la tal revolución en manos de los actuales personajes
representa todavía una esperanza ante la devastadora crisis, va dedicada la entrada
del primer capítulo de “El libro de la risa y el olvido”, de Milan Kundera, que
desnuda la verdadera mentalidad del sistema izquierdista totalitario que se
instaló a mediados del siglo pasado en su natal Checoslovaquia, a cuyo partido
perteneció pero del que fue expulsado por no estar de acuerdo con el modo
implacable en que se conducía el proceso político de su país.
“En febrero de 1948, el líder comunista Klement Gottwald salió al balcón de un palacio barraco de Praga para dirigirse a los cientos de miles de personas que llenaban la Plaza de la Ciudad Vieja. Aquel fue un momento crucial de la historia de Bohemia. Uno de esos instantes decisivos que ocurren una o dos veces por milenio.
“Gottwald estaba rodeado por sus camaradas y justo a su lado estaba Clementis. La nieve revoloteaba, hacía frío y Gottwald tenía la cabeza descubierta. Clementis, siempre tan atento, se quitó su gorro de pieles y se lo colocó en la cabeza a Gottwald.
“El departamento de propaganda difundió en cientos de miles de ejemplares la fotografía del balcón desde el que Gottwald, con el gorro en la cabeza y los camaradas a su lado, habla a la nación. En ese balcón comenzó la historia de la Bohemia comunista. Hasta el último niño conocía aquella fotografía que aparecía en los carteles de propaganda, en los manuales escolares y en los museos.
“Cuatro años más tarde a Clementis lo acusaron de traición y lo colgaron. El departamento de propaganda lo borró inmediatamente de la historia y, por supuesto, de todas las fotografías. Desde entonces Gottwald está solo en el balcón. En el sitio en el que estaba Clementis aparece solo la pared del palacio. Lo único que quedó de Clementis fue el gorro en la cabeza de Gottwald”.
Un viejo adagio
dice que “Así paga el diablo a quien bien le sirve”, y a su debido momento le
tocará el turno a aquellos afectos al oficialismo que osaran criticar a los
jerarcas revolucionarios. Ya el propio Silva supo lo que es llevarle la
contraria a uno de ellos (Diosdado Cabello) cuando en un audio filtrado lo
tildaba de acaparar el poder y hasta de coñ... de madre. Así que aprendió prontamente
la lección tras volver con el rabo entre las piernas a encargarse de su
programa, luego de que se dijo que había salido del aire por una supuesta
enfermedad.
Recuerden quienes
se sienten revolucionarios de corazón y obra… que el autoritarismo es todo lo
contrario a la democracia y a la libertad. No hay espacio para el libre
pensamiento.
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Te dirán traidor si criticas a los jerarcas de la revolución
Reviewed by Alejandro Domecq
on
18:21:00
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