El sueño no termina en Tokio
Un golpe no quita la esperanza… Ni dos ni otro más. No hay impacto que quite un sueño. La vida está llena de peldaños que son como retazos de anhelos que se van juntando hasta hacer uno solo, grande y definitivo.
Y si no se llega arriba, el mero hecho de intentarlo es parte de la ilusión. Aunque llegar a las Olimpíadas de Tokio ya es un sueño en sí.
Tú lo lograste. Y te integraste al equipo de refugiados como único latinoamericano en esa instancia; inmigrante al fin, residenciado en Trinidad y Tobago, desgarrado por el dolor de la patria que se deja atrás para no morir de hambre o vivir en penurias. Tu patria, Venezuela, que la llevaste en tu corazón como quien lleva una bandera en lo más recóndito de su ser:
«Yo también represento a Venezuela (…) Vine como refugiado pero, para mí, yo sigo representando a mi país, a los que se fueron y a los que están ahí y siguen luchando por un mejor país», declaraste; porque, cómo puede alguien desprenderse de la tierra que lo vio nacer y crecer. De ese barro de nación con el que están cocidos los ciudadanos de un mismo país. Sería un suicidio permanente en el que no se termina de morir.
Allí estabas, en
el desfile inaugural, junto a tus compañeros de infortunio que llevan el hierro
candente en el alma por dejar el amado terruño. Con esa bandera piadosa, blanca
con el símbolo olímpico, que portan los que se quedaron sin el pabellón patrio.
¿Qué clase de dolor sentiste? Más aún cuando viste a tus compatriotas
enarbolando la bandera tricolor con sus estrellas. La bandera amarilla, azul y
roja con la que desde abajo, siendo niño, mirabas como se empinaba al canto del
Gloria al Bravo Pueblo, ese himno que, como el estandarte venezolano, nunca
dejará de ser tuyo.
Ahora, a dónde
irás, qué otra nación te acobijará, pues no podrás reingresar a la isla que te
albergó por cuestiones de vencimiento del pasaporte. Terminarán los juegos y no
te esperará nadie para abrazarte y decirte que en otra ocasión será.
Mas, no será ese
momento de la derrota el que te vencerá por siempre… El dominicano Euri Cedeño Martínez derrotó al venezolano Eldric Sella
Rodríguez en el primer round, tras derribarlo primero y propinarle después dos
golpes contundentes que hicieron que el árbitro decidiera suspender el
enfrentamiento, trascendió más o menos así en los medios de comunicación y
redes sociales.
“¿Que cómo me siento al ser un atleta olímpico? No lo sé aún (…) pero me verás en las siguientes Olimpiadas, allí responderé mejor a tu pregunta”, contestaste a un periodista luego de que enviaras disculpas a Venezuela.
Así, te has
levantado de la peor caída: la psicológica. El sueño no termina en Tokio.
Foto: Reuters.
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