La desolación electoral se impuso a las amenazas, sobornos y trácalas


Que un cuestionado 31% de votos imponga un nuevo parlamento rechazado por más del 80% de la población venezolana, no puede llamarse de otro modo que la dictadura de un grupito; que además jugó desde el principio con cartas marcadas (como siempre) al decidir bajo la sombra de todos los poderes conculcados robarles las insignias, sedes y potestad a los grandes partidos opositores. Agréguese amenazas, extorsión, soborno y ventajismo de todo tipo para que no queden dudas de qué clase de bandidos secuestraron a todo un país.

Porque hay que estar claros que los sátrapas del régimen más mediocre e indolente en la historia republicana de Venezuela tendrían proporcionalmente menos seguidores y más rechazo que aquellos dictadores de inicios y mediados del siglo XX, con Gómez y Pérez Jiménez a la cabeza. Por una sencilla razón; ellos, pese a su tiranía y violaciones a los derechos humanos se empeñaron en construir una nación, a hacer grandes obras de infraestructura, a mejorar los servicios públicos, a imponer una formación ciudadana donde el honor, honradez y moral tenían su peso específico, aunque luzca contradictorio; de allí que puede constatarse los niveles de delincuencia común y corrupción generalizada bastante bajos en relación a los guarismos intolerantes que reflejan las obras y acciones del chavismo-madurismo. Esta casta política llegó para destruir, desmoronar, y acabar con los cimientos de calidad de vida conque gozaban millones de venezolanos, y desde luego envilecerlos moralmente. 

Son y serán por mucho tiempo (tal vez no habrá otro peor) el más grande fraude de régimen alguno en todos los sentidos, para deshonra, desgracia, tortura y desfallecimiento de la mayoría de los habitantes de ese país, otrora libertario, hermoso y soñador. 

Con amenazas o extorsión de “quien no vote no come” (Diosdado dixit), “el que no vote que lo boten” (Iris Varela lo dijo); lo que se traduce en quitarles las limosnas a pensionados o familias enteras, dejarlos sin las precarias y casi ausentes cajas alimentarias, despedir a los que trabajan para el oficialismo... Vale decir “quitarle la muleta a quien no puede caminar”. Luego el soborno a los más necesitados con un bono que no llega, 100 o más dólares para quien transporte votantes, o 5 dólares para el que vaya a sufragar. Además el ventajismo de la propaganda oficialista para sus diputados con ingentes sumas de dinero del erario público, de donde sacaron para comprar a la directiva provisional de la Asamblea Nacional postiza y a opositores para que se prestaran a la farsa electoral. 

De esto puede deducirse que los déspotas del socialismo (¿?) que esclaviza a Venezuela a duras penas contarán con un 20% de seguidores. El otro 11 por ciento que presuntamente completaron el 31% de los que fueron a votar, de llegarse a reconocer, ya sabemos de dónde salieron: del miedo a quedarse sin el poquito oxígeno económico que los mantiene con su menesterosa vida. 

Queda sin embargo otra duda: ¿manejaron los operadores del CNE con honestidad las máquinas de votación? Y si fuera así ¿por qué con la abrumadora abstención dieron los escrutinios pasada la 1 de la madrugada del siguiente día...? ¿Dónde queda la agilidad del voto electrónico? 

Están solos, desnudos en sus triquiñuelas, miserables en sus procederes.


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La desolación electoral se impuso a las amenazas, sobornos y trácalas La desolación electoral se impuso a las amenazas, sobornos y trácalas Reviewed by Alejandro Domecq on 14:01:00 Rating: 5

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