“Gracias a la pelota” vimos al hechizante Maradona
Qué cosa no se ha dicho sobre Maradona. Todos los medios lo dijeron y lo dicen. Él mismo lo dijo. Solo nos queda retrotraernos a los tiempos en que esa pequeña figura se encumbraba sobre los más dotados físicamente. Apelar a esa memoria que a porfía trata de aumentar aún más la grandeza del héroe, del genio, del hombre, como si así se impidiera que otro pueda alcanzar a nuestro inoxidable ídolo.
Maradona fue tan subyugante que hasta las niñas dejaban sus muñecas para ponerse a patear la pelota con los varones. Y esto pasaba no solo en la Argentina suya sino en todo el resto del continente, incluyendo a un país cuya religión deportiva por mucho se llama beisbol. Porque él fue capaz que Venezuela, imposibilitada del linaje futbolístico, cambiara su fanatismo verdeamarillo por la casaca albiceleste. Sí. Solo él pudo hacer eso posible con su raudal de piernas cortas que se precipitaban hasta la meta arrastrando cuanto obstáculo se le interponía, o enviando la esférica exactamente a los pies de Caniggia o de otro portento delantero.
Llegado el Mundial, él jugaba contra las selecciones de otros continentes como si enarbolara, más que la bandera de un país, el estandarte imaginario de Latinoamérica. Esa percepción de que no jugaba solo para la Argentina la exacerbó frente a los ingleses, herido por lo que consideraba una afrenta la posesión de Las Malvinas y la amarga derrota bélica. De allí que realizó esa epopeya de ganarle como sea a la poderosa escuadra británica ya no entre proyectiles sino a golpe de pelota. Su venganza fue por partida doble, gambeteando y burlando uno a uno a los europeos y metiendo esa pícara mano.
Todo lo que Maradona hizo después fue como acabar de darle las últimas pinceladas a un cuadro que a ratos se veía el cielo como el infierno y cuyo centro es el Mundial de México 86’. Osado tanto en la cancha como fuera de ella, no menos vanidoso pero con criterio propio, Maradona no recurrió a nadie para pintarse así mismo, arrastrando ovaciones y censuras por sus posturas personales, políticas incluidas, y deslenguado verbo.
Se ha ido el Pibe de Oro. Él, Diego Armando Maradona, el único que se atrevió a disputarle la grandeza al Rey Pelé. Y todo “gracias a la pelota”, epitafio que propuso para su tumba tras entrevistarse él mismo. Y que habría que añadirle acorde con su personalidad: “y a mi hechizo”.
¿Qué está pasando en Venezuela? ¡COMENTA! Tu opinión es valiosa para nosotros.
Gracias por visitarnos, no olvides compartir en tus redes sociales y seguirnos en:
Facebook.com/Circozuela
Twitter.com/Circozuela
Instagram.com/Circozuela
“Gracias a la pelota” vimos al hechizante Maradona
Reviewed by Alejandro Domecq
on
3:57:00 p.m.
Rating:

No hay comentarios.
¿Qué está pasando en Venezuela? ¡COMENTA! Tu opinión es valiosa para nosotros...
Recuerda que somos una comunidad, así que trata como quieres ser tratado... Gracias!