La maldición de Malinche cayó sobre Venezuela

Leonardo Greco, apoyado en el pasado histórico, analiza y desvela los hilos detrás del poder y de la destrucción de un país por otro más pequeño. Venezuela por Cuba. Y aún más, en su narrativa se atreve a decir que “el comandante presidente” fue traicionado por su entorno cívico-militar, pero este, a su vez, había entregado su patria a las apetencias de los jerarcas cubanos, incluído Fidel Castro, quien finalmente selló su destino.

No es sencillo, pero trataré de explicar la entrega de nuestro país a cualquier aventurero de turno, tal como si se repitiera “la maldición de Malinche”, la mujer del sanguinario colonizador Hernán Cortez; la misma que traicionó a su sangre indígena, llevando a sus hermanos ancestrales a la degollina y a la destrucción del imperio azteca.

Tal vez fue la insaciable sed de riqueza fácil (al estilo de los saqueadores españoles) lo que llevó a los nuevos ricos socialistas del siglo XXI a desmantelar a Venezuela; la ambición descontrolada de la cúpula militar y civil que tejió una trama de cómplices y compromisos, capaz de devastar a un país en tiempo récord que no pudo resistir tan avasallante pillaje.

Después de los intentos de las grandes potencias de adueñarse de nuestra patria, sucedió lo imposible: “el Comandante" llega al poder. Aún impresionado del buen trato recibido en la isla de Cuba tiempo atrás, y muy consciente de su fragilidad en el poder, además de la poca confianza en sus compañeros de armas, decide entregar a Venezuela a un país pequeño y más pobre, a cambio de la promesa de apoyo y fidelidad.

Así, la intervención se realizó sin un tiro, bajo el disfraz de un convenio "humanitario". Esta ayuda le costaría a nuestra patria la astronómica cifra de 50 mil millones de dólares, con la que Fidel logró reflotar la agonizante isla. Nuestro país se llenó de médicos (la mayoría milicianos encubiertos), y el G2 ( órgano de inteligencia y espionaje cubano) se infiltró en el alto mando militar, sembrando el terror y muerte en la cúpula castrense. Esto fue “pan comido" para los cubanos, pues tenían una experiencia de más de 40 años en conspiraciones y terror.

Pero lo que pocos saben es que la decisión de darle poder a los cubanos le costaría la vida al mismo “comandante presidente”. Y no se trata de una mera teoría conspirativa, pues llegará el tiempo en que esta verdad sea descorrida enteramente... Los cubanos, mejor dicho los jerarcas isleños, con Fidel a la cabeza, se sentían incómodos con él. Su carácter impulsivo y cambiante no les ofrecía confianza al régimen antillano. Por eso le sembraron su propio “Caballo de Troya”... Un hombre de su entera confianza, manejable como títere. Tal prospecto siempre había estado a su lado, “en las verdes y las maduras" y también ofrecía mayor tranquilidad al entorno cívico-militar.

Ignorando el cerco que le tenían, “el comandante presidente” ya en su cercanía a la muerte buscó refugio en la isla que tanto admiraba y alababa, pero de donde vino su desgracia y la de toda Venezuela. Su suerte estaba echada, y con su muerte se selló la entrega y la humillación de la patria de Bolívar.

Desde la isla se dictan las directrices, se sabotean empresas publicas y privadas, lo que incrementa el hambre y el desempleo y por consecuencia aumenta la dependencia de la población a las dádivas oficiales. Además, se oficializan convenios con grupos armados y bandas organizadas y dobles agentes de la "oposición". De esta manera, el gobierno consolida una heterogeneidad de "ancha base", que, debido a su delicado equilibrio, paradójicamente, garantiza la durabilidad eterna al gobierno. 

El destino del "comandante presidente" fue cual César romano, eliminado por su propio entorno (Malinche de regreso), el de los ciudadanos, estar a merced de los bandoleros que ostentan el poder, blindado, total y eterno; bajo la mirada indiferente de los pueblos del mundo, que siguen entregando las libertades de la humanidad a un nuevo sistema totalitario... A una nueva y cada vez más poderosa esclavitud mundial.

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