El humor del zuliano no se extingue pese a las adversidades

El sarcasmo, la ironía o la mordaz crítica es el antídoto perfecto para sobrellevar a cuestas la cruda y deprimente situación venezolana. Y ninguno como el maracucho hace de este recurso un momento de olvido de tanta devastación, ignominia, angustia e injusticia. Reírse de uno mismo, o de lo que nos pasa, es el aliviadero para no morir infartado o ir generando graves males al organismo.

Desde Roñoquero y Mamblea, y mucho antes, el maracaibero (y zuliano en general) resiste los avatares propios y colectivos con el chiste, la risa y la burla. Su buen humor no tiene límites, así viva zaherido como ahora por los insensibles y corrompidos tiranos rojos, o vaya a enfrentar al mismo Mefistófeles, Satanás, o a quien coloquialmente se le dice Diablo. Por cierto, este señor no le saca mucha ventaja en maldad a los forajidos revolucionarios en el poder.

He aquí, pues, ante la hecatombe del país, una reciente muestra de ese picante sarcasmo desde la ‘Tierra del Sol Amada’, la Maracaibo de ayer, hoy y siempre... 

 

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