Se imparten Cursos de Encierro... Dirigirse a Venezuela

Ni siquiera Cuba supera a Venezuela en el drama del enclaustramiento. Desde hace años en la tierra de Bolívar la parálisis en todos los ámbitos, menos en la mediocridad y corrupción revolucionaria, obligó a los venezolanos a quedarse en sus casas como un paciente con enfermedad terminal. 

Los cubanos, aunque sea, cuentan con la industria del turismo, destruida también por los atilas de suelas rojas en su feudo petrolero. Y he aquí la paradoja de la crisis desatada por la ‘neodictadura’ chavista-madurista: no hay ciudadanos en el mundo más preparados para soportar el encierro por la cuarentena del coronavirus que los habitantes de este país suramericano. 

Como si se se estuvieran adiestrando contra un enemigo inexistente, un monstruo mitológico de mil cabezas, pero que se fue asomando desde muy lejos y al fin hizo su aparición en esta tierra caribeña, tal parece que ha resultado el casa por cárcel que han padecido los venezolanos, obligados por la depredación económica causada por ese “Socialismo del siglo XXI”. 

Es por eso que los venezolanos, tras el desatado coronavirus, apelan con sarcasmo a dichos como “Qué es una raya más pal tigre” u “Otra pulga para el perro”. Entienden que un sufrimiento extra no lo hacen más desdichados, o al menos no lo ven como fin de mundo o catástrofe para sus vidas. Quienes han descendido al infierno pueden soportar las llamas. 

Ellos, en gran número, hace un buen tiempo que dejaron de visitar a sus parientes y amigos, de tomarse unas cervezas en el patio de Margarita (o como se llame la anfitriona), de asistir a los velorios, de compartir una caminata matinal. Se fueron aislando, optaron por convertir sus hogares en una especie de caparazón de tortuga, peor aún, ni siquiera asoman sus cabezas para ver lo que pasa frente a sus ventanas. 

Se han hecho unos doctos en eterna cuarentena. Nadie como los venezolanos para impartir mejor ‘cursos de aislamiento social’. Eso sí, de forma presencial y con calor abrasador, porque el servicio de internet parece estar sometido todo el tiempo a período de prueba, y la precaria electricidad con sus idas y venidas acabó con los aires acondicionados. 

De manera diferente interiorizan los demás pobladores del exterior la obligada cuarentena. Afuera, la normalidad se trastocó severamente; casi de un plumazo se paralizaron obras, industrias, comercios, bancas, fuentes de trabajo, escuelas, actividades deportivas y artísticas... en fin, todo. Venezuela, en cambio, hace ya tiempo que se fue quedando sin pulsaciones, dejó de funcionar; muy poco ha quedado en pie allí (ni siquiera la moral), y la mayoría de las personas sobreviven a la peor peste de su historia: el ‘virus rojo’, mucho más letal y terrorífico que el COVID-19, pues ha diseminado esporas de crueldad, sometimiento, miseria, inanición, renacimiento de enfermedades, diezmando con su perversa ideología a la población más vulnerable, sin que medie mucha diferencia con los campos de concentración nazi. 

“Y ahora qué hacemos, sin trabajo, sin diversión, nos volveremos locos encerrados en estas cuatro paredes”, sería una exacta reproducción de las palabras que se ventilan por estos días en cualquier parte del mundo, menos en Venezuela. 

En el otrora país feliz, a la pregunta: ¿Para dónde vamos?, se responde: Para dónde más va ser... 

Y todos marchan hacia la sala. 




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Se imparten Cursos de Encierro... Dirigirse a Venezuela Se imparten Cursos de Encierro... Dirigirse a Venezuela Reviewed by Alejandro Domecq on 13:14:00 Rating: 5

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