‘La Revancha’ Wilder-Fury pone a los pesados en el ojo del mundo
Cuando se enfrenten la madrugada de este domingo 23 de febrero en las Vegas, no será un campeonato más entre pesos pesados. El estadounidense Deontay Wilder y británico Tyson Fury se miden por segunda ocasión, luego del primer duelo que terminó con un empate polémico. Aunque sirvió para que ambos conservaran el invicto.
Wilder, el campeón del CMB (Consejo Mundial de Boxeo) de 34 años tiene un registro extraordinario de 41 nocauts en 42 compromisos, incluida las tablas ante Fury, quien con 31 años no se queda muy atrás en su palmarés de 29 triunfos, 20 por la vía del sueño, y el citado empate con su encarnizado rival de hoy.
Lo que está en juego en este desafío de los mastodontes más cotizados del orbe boxístico no solo es una corona, o la imbatibilidad de ambos, es mucho más: quién asumirá la supremacía de la máxima categoría y la pondrá a la altura de los grandes monarcas del pasado. A menos que vuelva materializarse otro empate, que no es del todo descartable.
Es más, no hay duda es de que este duelo tiene la expectativa de las grandes batallas libradas por pesos pesados a comienzos de este siglo, e incluso de las del siglo XX.
“Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, opinó que esta pelea es la más grande de los pesos Pesados desde que Lennox Lewis y Mike Tyson se vieron las caras en 2002, pero Bob Arum, promotor de la cartelera, cree que esta pelea es tan grande como aquellas que protagonizó Muhammad Ali con Joe Frazier y George Foreman”, comentó el especialista de boxeo de Espn, Salvador Rodríguez
En el primer choque, Fury dominó la mayoría de los episodios, sustentado en su velocidad, golpes más precisos y esquivadas como solo saben hacerlo los grandes estilistas; pero en dos parpadeos fue a parar a la lona un par de veces, impactado con los escasos pero formidables derechazos de Wilder. Esa última caída, en el último round, fue determinante para que ambos salieran con los brazos en alto.
De Wilder se dice, sin equívoco, que solo le basta acertar con su manopla de derecha para decidir en cualquier asalto una contienda, tal como lo rubricó frente al gigante cubano King Kong Ortiz en diciembre pasado, quien dominaba holgadamente el transitar de la refriega, cuando, de pronto, recibió un mandoble en el mentón que lo dejó desparramado por la lona. Es decir, que con Wilder el mínimo descuido se paga caro. Y eso significa un enorme trabajo de su oponente para evitar la sacudida y la caída estrepitosa.
Sin embargo, a diferencia de las otras víctimas, Fury se levantó las dos veces que fue terriblemente impactado por Wilder, y eso solo lo hacen los gladiadores con linaje, los que no solo pelean con los guantes puestos sino que llevan los calzoncillos bien ajustados. Todo un corazón de león. Esa imagen del último asalto de ese gigantón (mide 2,3 metros) tendido en la lona no presagiaba sino un nocaut para Wilder; pero precisamente, su corazón aún más grande que su estatura le hizo reincorporarse y terminar de pie la contienda.
Deontay Wilder es frío y calculador, acecha como una víbora y dispara el veneno de su puño. Así ha sido su vida también, enfocada hacia grandes objetivos, seguro de sí mismo y atento a todo lo que puede conseguir. Ya tiene la fama pero busca la gloria de los grandes pugilistas. Y tiene con qué. Ese registro de 40 nocauts en 42 salidas lo ubican en la cima de los grandes pegadores de la historia del cuadrilátero, con un promedio espeluznante de 95,3% de rivales sometidos a sus puñetazos. Por ello se afirma que su pegada supera a la de Rocky Marciano, Foreman, y el mismísimo Tyson. Además, no pierde vista que de ganarle a Fury superaría a Muhammad Ali en defensas consecutivas. Llegaría a once en fila.
Tyson Fury es caldeado e imaginador, enseña su virtuosismo de estilista y siempre quiere dar espectáculo. Pero su vida no ha sido nada fácil. Si bien lleva el carisma de su personalidad, ha sucumbido al desorden. En el 2015 renunció a su reinado casi total de los pesados (poseía todas las coronas, excepto la del CMB) y se sumió al abandono y la tristeza, al punto de pensar en el suicidio. Pero se levantó de nuevo y regresó en el 2018, y con apenas dos combates previos, retó sin miedo al poderoso Wilder. Y si hizo una deslucida e impropia pelea ante Otto Wallin en septiembre pasado, no es el termómetro para sopesarlo y sacar conclusiones en su contra en la “revancha” de esta noche.
Las apuestas están parejas, si bien la mayoría de los conocedores colocan a Wilder sobre Fury... Aunque se está ante uno de esos combates que pueden pasar de lo previsible a lo impensable.
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Reviewed by Alejandro Domecq
on
12:58:00 p.m.
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