La delincuencia desprestigia a los venezolanos en el exterior

Las crisis son como ríos desbordados, arrastran todo a su paso. Se llevan consigo la buena y la mala hierba y donde cesa su turbulencia dejan el fruto de su ira, de su fuerza. Tal ha sucedido con la debacle económica en Venezuela, que se llevó a un gran numero de talentos, de profesionales, de honestas y trabajadoras personas, pero a su vez no dejó de empujar a seres viles, impíos, criminales, monstruosos.


Estos últimos, pillos inmisericordes, causan estropicios y estridencias en los países a donde llegan para cometer sus fechorías, y opacan la labor abnegada, honrada y tesonera de la mayoría de los venezolanos que arribaron a tierras extranjeras en busca de una vida digna y sin precariedades; eso sí, pensando y llenándose de nostalgia por esa patria que no deja de palpitar en sus corazones. No obstante su esfuerzo y sacrificio, su contribución al avance económico de las naciones, la noticia que impera es la escandalosa, la que llena los titulares de prensa y todos los medios informativos. Las abuelas no se equivocaban cuando decían que “la mala noticia llega primero”. Arrestados cuatro venezolanos en Perú por tráfico de drogas; Venezolano mató a ecuatoriana para robarle; Desmantelada red de prostitución en Panamá que traficaba con venezolanas; Condenan a cinco venezolanos por violar a dos menores colombianas; deportados seis venezolanos que provocaban disturbios en marchas chilenas; Comunidades hastiadas piden que expulsen a los venezolanos del Perú.

A titulares de ese tenor habría que añadirle las declaraciones de políticos, parlamentarios, ministros, gobernadores, alcaldes y dirigentes en general que de manera directa o disimulada apuntan sus cañones contra la ciudadanía venezolana. Unos abiertamente hacen señalamientos xenofóbicos, otros en la sombra actúan o incitan al menosprecio de los emigrantes. Ellos echan en un mismo saco a malandros y bienhechores; señalan, juzgan y acometen la empresa de desprestigiar a los ciudadanos sin más miramientos que haber nacido o venido de Venezuela, pues se incrustaron el chip de que los venezolanos (por culpa de unos cuantos criminales) no sirven para nada, alteran el buen vivir, llegan a colapsar los servicios públicos, o vienen a quitarle el trabajos a los del patio.

Esta campaña no declarada la viven muchos venezolanos, vistos de soslayo o mirados sobre los hombros y hasta insultados en gran manera, como lo expuso Raúl Romero al entrar con su esposa e hijita a una panadería de... (es mejor no decir el país, pues también ha pasado algo similar en otras naciones). Él dijo: “Por favor me puede vender este tipo de pan; y una señora que compraba a su lado, escuchó su acento, lo miró con rabia de pies a a cabeza y le espetó: “Venezolanos de mierda, vayan a joder en su patria, aquí no los queremos”. Es posible que la furibunda mujer haya sido víctima de algún venezolano malo, pero perdió su norte al querer juzgar a otros que no tienen la mínima culpa de los desmanes de sus paisanos.

De poco vale tanto sacrificio, que algunos venezolanos sean víctimas de explotación y proceder tramposo de comerciantes y empresarios; que los mismos venezolanos sean presas de sus compatriotas delincuentes; que suenen melodías hermosas interpretadas por sus manos y gargantas, que en escenarios deportivos y de belleza alcancen la cumbre, que en las esferas literarias o periodísticas la pluma de los venezolanos sea reconocida y adquiera cada vez más prestigio.

En fin, parece no tener peso la generosidad de los venezolanos que por décadas acogieron en su suelo a tantos extranjeros, expatriados y perseguidos. Tal parece también que el presente miserable e irredento de los venezolanos que se quedaron en su patria, es demasiada realidad que eclipsa el pasado próspero y el pretérito rebosante de héroes y personajes históricos, con Bolívar a la cabeza. El mismo que parecen olvidar algunos políticos de afuera, pese a exponer su vida y su riqueza material en aras de una patria grande que quiso edificar con las naciones que liberó.

Se dice esto y también se piensa si aquellas palabras despectivas que en Venezuela algunos poquitos etiquetaban a los oriundos de su vecina Colombia, ha devenido en karma: “Los colombianos si no lo hacen a la entrada, lo hacen a la salida”; “Colombiano tenía que ser...”.

‘Por unos pagan todos’, es una frase que no pierde vigencia, aunque no deja de ser una gran injusticia. De allí que el antídoto ante estas arremetidas contra los venezolanos de bien, es promocionar y exaltar sus valores, destrezas y talentos en los espacios cotidianos, en los medios de comunicación, en los escenarios públicos. Que se deje escuchar en alta voz la enorme potencialidad de los venezolanos. Eso es, subir el tono en defensa de sus cualidades frente al alboroto delincuencial.




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La delincuencia desprestigia a los venezolanos en el exterior La delincuencia desprestigia a los venezolanos en el exterior Reviewed by Alejandro Domecq on 10:33:00 Rating: 5

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