‘El Teacher’ Pablo se va con su pizarra a Brasil

Cuando ‘el teacher’ Pablo Agreda descuelgue el aviso de ‘Curso de Inglés’, habrá perdido la batalla desigual e insostenible de perseverar en un país demolido por una ideología, cuyo horizonte para la mayoría no es otro que el de cruzar la frontera hacia otra nación.
Allá en Cabimas, estado Zulia, pondrá The End a su proyecto de vida, a su sustento de vida, a mucho de su vida dedicada a formar durante un cuarto de siglo a jóvenes venezolanos con esa pasión y calidad tan propia de espíritus que a la mediocridad no ceden ni un centímetro o segundo alguno. 

Habrá dejado también –y eso de seguro le dolerá en el alma– con las ganas de aprender su inglés fluido e impecable (como su presencia) a otros tantos muchachos que se aprestaban a inscribirse en su escuela.

Pablo ha puesto un esfuerzo supremo en mantener abierto su recinto: un costo de matrícula solidaria con la que puedan lidiar los padres, permitir que sus alumnos saquen copias o tomen fotos con su celular a los costosos libros, remover en forma consensuada el horario de clases por el racionamiento eléctrico, multiplicarse él mismo como docente de mañana y tarde ante la imposibilidad de pagarle a otros profesores. “Llegué a tener hasta tres teachers”, pronuncia entre orgulloso y nostálgico.

Mientras hace todo ese mayúsculo esfuerzo, todo se le ha reducido. El cerco despiadado de la crisis económica, como a la mayoría de los venezolanos, lo acecha cada día, a cada hora, implacable e impío, tanto que no le permite adquirir ni siquiera un marcador con el que ilustre la pizarra. De comprarlo, comprometería su ingesta u otra necesidad perentoria. “Es que ni siquiera puedo sacarle copia a los exámenes”, impotente articula.

Y se suelta como un río...“Ya no puedo seguir bajo esta situación; cuando los muchachos se presentan a clases es poco lo que he dormido por los cortes de electricidad; los tengo en las aulas ventilados cuando hay luz y los llevo al porche al interrumpirse el servicio, pero el calor y la bulla de la calle no me permiten dar las lecciones con normalidad, así como tampoco el dinero que obtengo por instruirlos, pues no me alcanza para pagar el alquiler del recinto ni para los gastos personales; he tenido que poner en venta algunos objetos para poderme mantener...”, dice con su prestancia de hombre renegado a llamar a la conmiseración.

No obstante, enrojece, se le mojan los ojos y sus palabras traducen lo que le aprieta muy dentro...

“Esto es muy duro para mí, nadie sabe lo que he sufrido, tener que meter mis sueños en una maleta”.

En un país donde la educación se ha venido a menos, a un ritmo tanto o más que la devaluada moneda, las escasas familias que pueden pagar un curso extra a sus hijos tienen en el aprendizaje del idioma de Shakespeare su mayor esperanza de alcanzar el éxito y salir de la apretura económica, una vez instalados en EE.UU, repúblicas afines de habla inglesa o en empresas e instituciones hispánicas que requieran de personal bilingüe.

Pablo, con pena y resignación, cuenta los días de diciembre cuando le toque graduar a sus queridos y últimos alumnos y emprenda luego su viaje a Brasil... Y a la vez comienza la cuenta regresiva para que otro aposento educativo cierre sus puertas y Venezuela pierda el talento, experiencia y probidad de este eximio profesor, como otros tantos cerebros que se van a rendir frutos en el extranjero.

Porque si algo es seguro en este país desperdigado y empobrecido por un grupito de mandones socialistoides, es que con ellos la catástrofe venezolana continuará inexorable y, en consecuencia, no hay manera de que se evite la partida del teacher.

Solo es cuestión de un tiempito para que se oiga una voz con el dedo índice apuntando: “Aquí hubo una escuela de inglés”, y la otra apruebe mientras pronuncia:  “Y también un digno profesor llamado Pablo”.




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‘El Teacher’ Pablo se va con su pizarra a Brasil ‘El Teacher’ Pablo se va con su pizarra a Brasil Reviewed by Alejandro Domecq on 11:43:00 Rating: 5

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