Saúl Canelo Álvarez forja su propia leyenda con el fuego de sus puños
Tenía apenas 23 años cuando se midió al avezado, imbatido y
excéntrico monarca welter Floyd Mayweather Jr, quien frisaba los 36 años y
exhibía un récord de 45 triunfos sin reveses. En ese entonces (Las Vegas, 14 de
septiembre de 2013) perdió su invicto por decisión de los jueces en su combate
42, pero dejó ver que en adelante había que contar con su pasión y entrega en el
ring en pos, sí, de ser reconocido como legítimo heredero de ese linaje con que
están labrados los grandes campeones aztecas, a despecho de los infaltables
detractores.
Saúl Alvarez, el pecoso mexicano, llamado El Canelo o simplemente Canelo tras ese paréntesis adverso pero convincente (es en la
derrota donde se conoce muchas veces de qué madera está hecho un peleador)
sabía que había aprendido mucho ante ‘Money’, y que tenía un mundo por delante
en el cuadrilátero. Aunque lo que vino después fueron, paradójicamente, combates
y conductas que dejaban esa sensación de que algo le faltaba para tenerlo entre
los más grandes de la actualidad.
En ese contexto sucedieron enfrentamientos polémicos, como su
triunfo por decisión dividida ante el cubano Erislandy Lara; la victoria por
nocaut que no le sumó reconocimiento frente a Amir Khan, por tratarse de un
peleador que subió dos categorías para llegar a mediano; sus dos controversiales
desafíos contra el entonces imbatido y colosal campeón mediano, el kasajo
Gennady Golovkin, con quien empató en el primer pleito y venció por decisión
dividida en el segundo cotejo, bajo la circunstancia de que en el interín entre
uno y otro combate, a Canelo le suspendieron temporalmente su licencia por reincidir
en tomar la sustancia prohibida Clembuterol. Además, el manager de GGG lo había acusado de vendarse las
manos de forma ilegal.
No obstante esos reclamos contra El Canelo y sus polémicas peleas contra ‘triple G’, algo había quedado
claro: la superioridad del hombre con más defensas exitosas de los medianos (20
en total) del también apodado El
Destructor, quedó resquebrajada ante el mexicano, independientemente de quien
vio ganador a uno u otro. En ambos compromisos, sumamente cerrados, se demostró
el talento de los dos para adaptarse a cualquier tipo de planteamiento. En el
primer careo, fue Golovkin el que iba hacia adelante con El Canelo aguantando y contragolpeando, en el segundo la ofensiva
la tomó el azteca con GGG en plan
contraofensivo.
La consagración
Quienes vieron la reyerta del pasado 2 de noviembre entre el
campeón semipesado Sergey Kovalev y el retador Saúl El Canelo Alvarez, a despecho de la animadversión de algunos contra
el mexicano, si son objetivos, tendrán que reconocerle sin regateos este
legítimo y soberbio triunfo que le valió su cuarto título en cuatro divisiones
diferentes (superwelter, mediano, supermediano y semipesado), como lo hicieron
en su ocasión sus compatriotas Érik Morales, Juan Manuel Márquez y Jorge Arce.
Los que presenciaron ese combate allá mismo en Las Vegas o
por televisión, vieron a un Canelo paciente,
inteligente, seguro de sí mismo, en magníficas condiciones, moviendo sus piezas
cual jugador de Ajedrez. Atacaba, pegaba a los costados (cómo le dolían esos
disparos ahí al ruso), desviaba los golpes con quiebre de cintura y luego
remataba arriba al mejor estilo de los históricos peleadores de México (léase
Rubén Olivares, Salvador Sánchez, Carlos Zárate, Eric Morales, Ricardo López,
Marco Antonio Barrera, Juan Manuel Márquez, Julio César Chávez y el perdón de
tantos brillantes guerreros aztecas). Así fue labrando su laurel, hasta que
llegado el asalto 11, despachó a Krusher (‘El Triturador’) como solo saben
hacerlo los grandes: gancho de derecha a la cabeza, gancho de izquierda entre
mandíbula y oreja y el derechazo final, también de gancho al mentón, que dejó
desparramado entre las cuerdas al hasta entonces monarca ruso.
Fue tan formidable ese “golpe de estocada” que el propio Canelo bajó los brazos en señal de pedir
a su esquina no celebrar todavía hasta que pudieran cerciorarse de que Kovalev
no había sufrido un terrible daño. “Volteé a verlo y no quería festejar.
Desgraciadamente el boxeo es lastimar lo más que se pueda a su rival. Yo pedí
calma por qué han ocurrido cosas (muertes) últimamente. Uno quiere ganar por
nocaut pero no más que eso”, dijo Álvarez al término de la pelea, quien
finalmente festejó su meritorio triunfo. Ese comentario del Canelo dibuja dos aspectos que no se
puede pasar desapercibido. Su dimensión humana y el hecho de no perder la
cabeza pese a su resonante victoria, al punto que la revista especializada de
boxeo, la decana The Ring, lo ubicó de inmediato en el puesto de honor como
mejor púgil libra por libra de la
actualidad, por encima de nada menos que el ucraniano Vasyl Lomachenko, aun
cuando esa designación no deja de ser subjetiva.
Sí, no hay duda de que El
Canelo convenció y dejó el camino despejado para otros grandes combates,
como una tercera confrontación ante GGG o contra algunos otros buenos
peleadores que se asoman buscando un chance con el azteca, quizá no solo por
arrebatarle el trono sino más bien por los millones de dólares que representa
para el desafiante enfrentarlo. No se olvide que Canelo es el atleta mejor pagado de la actualidad, después de firmar
11 peleas por 265 millones de dólares (35 mdd cada combate) con la empresa líder
en servicio de transmisión deportiva a través de streaming, DAZN, aparte de lo
que gana en contratos de publicidad y por encarar al rival de turno.
Con foja de 53-1-2, y solo 29 años, el mexicano es el
sustituto de Floyd en el negocio de hacer fortuna con el boxeo. Su futuro se
vislumbra fabuloso, mírese tanto por la riqueza material que, sin duda,
acrecentará aún más, como por las glorias que le esperan.
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Saúl Canelo Álvarez forja su propia leyenda con el fuego de sus puños
Reviewed by Alejandro Domecq
on
9:36:00 a.m.
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