Régimen venezolano exporta delincuencia y desorden a vecinos
La otrora mayor exportadora de petróleo de Latinoamérica, se
ha convertido por obra y gracia de la dictadura “roja rojita”, en una próspera
fábrica de miseria y vandalismo que desborda a la nación, y sus rebosantes inventarios ya invaden los mercados extranjeros, tal como si se
tratara de cualquier producto utilitario.
Destruida la economía interna y con pocos recursos y bienes
a los que echarle mano, los impulsores del socialismo venezolano tienen útiles “mercancías”
(con sello venezolano) a qué asirse, como son la calamidad pública y la
delincuencia. Unas logradas indirectamente y otras directa y premeditadamente.
Las de manera indirecta tienen que ver con la enorme cantidad de venezolanos que
partieron al exterior; unos -la mayoría- para no morirse de hambre, otros por
no bajar de condición social, como también aquellos que ya no les era rentable
delinquir en el país (ladrones y atracadores) y los otros vándalos que huyeron forrados
de dólares, producto de la rampante corrupción.
Las mercancías de
forma directa, pensada y planificada fríamente, son los cientos de venezolanos
repartidos entre los países latinoamericanos para promocionar el régimen
chavista-madurista, y una vez diseminado el descontento ciudadano, contribuyen
con la exacerbación de los disturbios e incitan a desmanes para desacreditar y
destabilizar los gobiernos democráticos. De esta forma, los nuevos mercenarios se constituyen en la
punta de lanza que pretende disfrazar o lavarle la cara al fracasado e
ilegítimo gobierno comunista. De otra manera, ¿cómo se explica el apresamiento y
deportación de venezolanos por infiltrarse en las protestas masivas de Ecuador,
Chile, Bolivia y ahora Colombia?
Si se toma al azar a cualquier emigrante venezolano en esos
países y se le pregunta sobre qué opina de las manifestaciones de calle -legítimas
por cierto- responderá, como lo hizo desde Chile el mecánico electromotriz
Alberto Chourio, que “están muy preocupados”, pues consiguieron una sociedad
estable económica y políticamente, como no la hay en Venezuela, y no quieren que
a los chilenos les pase lo mismo de padecer un régimen abusivo, corrupto y destructor
de toda una nación.
Esos compatriotas, como Chourio, no quieren volver a vivir
la ‘pesadilla roja’; están afuera dedicados al trabajo, comen tres veces al día
como no lo hacían en su patria, envían remesas a sus familiares, y contribuyen
a la economía y prosperidad del país que los acobijó. Ellos, por unanimidad
absoluta, son los que menos les interesa el colapso político y económico del
suelo adoptivo. Ellos, que son la inmensa mayoría honesta, no quieren que los tilden de escorias por
culpa de algunos connacionales.
A los delincuentes de cuello
rojo, a los infiltrados malandrines, a los malechores comunes que vienen de
Venezuela, hay que cerrarles los puertos, aeropuertos, fronteras terrestres y
trochas. Son “mercancías” indeseables, tóxicas y peligrosas para el avance de
las democracias y economías nacionales. Los gobiernos deben estar muy alertas,
“ojo de garza” como decía un honorable profesor venezolano (Aniceto Barboza) en
señal de advertencia a los alumnos que pretendían pasar los exámenes haciendo
trampas.
Chequear con meticulosidad esas “mercancías” debe ser ya
política de Estado, a fin de detectar si vienen rotuladas con el sello “Made in
Socialismo”.
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Régimen venezolano exporta delincuencia y desorden a vecinos
Reviewed by Alejandro Domecq
on
19:40:00
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