La ‘brisa bolivariana’ se vuelve bumerang contra Diosdado y compañía
Para los que aún no creen que las palabras no cobran cuerpo y pueden ir en diferentes direcciones, incluso en contra de los que las desataron, como el que escupe y le cae la cae la saliva, tienen un ejemplo calientico en las vociferaciones de Diosdado Cabello, el segundo a bordo de la nave roja venezolana.
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Como muchos se enteraron, el susodicho mandamás comunista se deshacía y se deshace en gozo con las manifestaciones de calle en los países de la vecindad latinoamericana; eso sí, siempre que esas protestas no sean en contra de los mandatarios izquierdistas. Según él, y todos los seudobolivarianos, los pueblos tienen derecho a manifestar su descontento e ira por las medidas antipopulares de sus gobernantes de derecha y por sus sumisiones al Fondo Monetario Internacional, menos aquellos bajo la égida socialista. Los reclamos en Ecuador, Chile y ahora Colombia son apoyados fervorosamente por los gestores del Socialismo del Siglo XXI, no así las también justas peticiones en Nicaragua y Bolivia, donde como en aquellos miles y miles de personas se desencantaron y hastiaron de sus gobiernos.
Las tribulaciones colectivas ecuatorianas, chilenas y colombianas las saludó a tambor batiente Diosdado y compañía, y este, muy amante de términos metafóricos, salió con eso de que se trataba de brisas bolivarianas recorriendo el continente y pronto se convertirían en un huracán indetenible que pintaría de rojo la América Latina. Al propio tiempo, negaba y trataba de invisibilizar los malestares de los bolivianos, tal como lo hizo meses atrás con los nicas, y cuando no le quedaba de otra, decía que los manifestantes estaban manipulados por la derecha entreguista y esclavizada a lo designios de Estados Unidos. ¡Ah¡ pero qué iba imaginar Diosdado, que bailaba en un tusero por el triunfo de los Fernández en Argentina y la vuelta de la izquierda, se le voltearía la tortilla con la renuncia de Evo Morales, atormentado por el pueblo, la oposición y los uniformados que le gritaban fraude electoral. No le quedó de otra que apelar a su manido discursito: ingerencia gringa. Y mientras gozaba de las protestas y disturbios en Colombia, ha cogido otra mano –jerga muy boxística- con la reciente victoria presidencial del derechista la Pou.
Visto esto, el mejor consejo que se le puede dar a Diosdado, aunque debería saberlo, es que se acuerde de que la política es muy cambiante, todo puede suceder, y las predicciones se hacen trizas con la dura pared de la realidad. Que esconder los hechos, como hacen los lamebotas de dictadores y mandamases cuando les informan que todo está bien, no espantan los malestares colectivos. Que todo político debe estar preparado para los sobresaltos, y lo más relevante, ningún país está a salvo de revuelos, revueltas y reacomodos (valgan las tres erres), como no parecen verlos los comilones y glotones del régimen, a despecho de tantos venezolanos hambrientos.
Un último recordatorio a Diosdado: el bumerang existe... y se devuelve.
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Reviewed by Alejandro Domecq
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11:45:00
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