Convulsiones en Latinoamérica sacudirán suelo venezolano

Este 2019 antes de irse nos quiere dejar una serie de señales que no son fáciles de percibir en medio del ruido de las recientes convulsiones políticas-sociales en Ecuador, Chile y Bolivia. Por ello, nada alejaría más la verdad que colocarse el visor de izquierda o de derecha. Hay un entramado más allá de las ideologías que requiere mirada escrutadora, pulso preciso y acercamiento sin banderas políticas.


Y  dichas cualidades no se consiguen a la vuelta de la esquina. Los políticos, torpemente, están embrollados en sus sectarismos, y los medios de comunicación tradicionales y de nuevo cuño (léase digitales y redes sociales) ayudan poco, más bien enturbian la vista y entorpecen el pensamiento. Ralentilizan la capacidad de juicio.

Por lo dicho, no parece haber un arquero que acierte en el blanco para entender cabalmente los sacudones actuales, porque este no es un blanco estático, es uno que se mueve y esquiva las flechas.

Dicho esto, queda la opción de buscar acercarse a los hechos aunque sin la certeza de encontrar la repuesta como una fórmula matemática.

La mirada debe dirigirse a qué siente la mayoría de la población de los países nombrados sobre su situación cotidiana, qué trato reciben de los gobiernos o sistemas de turno. Y, sobre todo, qué piden.

Si podemos responder a estas preguntas u otras de ese tenor, estaríamos en el camino de cruzar una de las capas de la espesa telaraña acumulada por años, siglos tal vez, aunque lo que siga es un camino oscuro. La gente común, el ciudadano de a pie (por emplear esta frase en boga) se siente defraudado de los gobernantes, a los que le endilgan su preferencia por los más poderosos, en el plano político, social y económicamente; de manera más directa señalan a la clase alta que, para ellos, tiene privilegios estrambóticos en comparación a las negaciones de necesidades fundamentales de la mayoría y sus aspiraciones de ascenso social y mejor calidad de vida.

Es por eso que las protestas, vandalismo, saqueos y desórdenes de estos días van mas allá de medidas impopulares y factores externos como el Foro de Sao Paulo, dispuesto a pescar en río revuelto bajo sus prácticas impúdicas de mantener a troche y moche el modelo castro-comunista, principalmente en Cuba, Venezuela y Nicaragua y de buscar expandirlo hacia otros países.

De modo que el malestar colectivo ha ‘pendulado’ tanto en gobiernos de izquierda como de derecha. Ambos modelos se han situado en la práctica en contra de la mayoría; ambos sistemas privilegían sus castas políticas y sus élites sociales. De alguna manera la gente común lo ha visto así, y se ha dado cuenta de que su situación de pobreza o de falta equidad en la sociedad no desaparece con el esfuerzo individual o global sino que intuye y razona que hay algo más de fondo: el estado de cosas está hecho o se ha hecho para beneficiar a una minoría y desalentar a los más, a los postergados de siempre.

De allí que esos pueblos en convulsión, Ecuador, Chile, Bolivia a los que seguramente seguirán otros, están en situación de hipersensibilidad; cualquier medida que no surta efecto positivo para sus intereses o que simplemente no les cuadra en lo mediato los hace reaccionar, se convierte en la chispa que incendia la pradera.

Venezuela y el incendio que se avecina

En cuanto a los procesos eleccionarios en Argentina con el retorno de los peronistas a través de los Fernández (Alberto, presidente, Cristina, vicepresidenta), de Uruguay con el balotaje a segunda vuelta entre Luis Martínez del gobernante Frente Amplio y Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, en el que se augura el triunfo de los derechistas, así como las elecciones locales en Colombia con victorias de independientes en alcaldías claves (Bogotá y Medellín) todas apuntan a pronunciamientos de requerimientos de cambios por parte de la mayoría de la población. Y  refuerzan lo dicho arriba; no se trata de retornos a la izquierda o la derecha por convencimiento ideológico, no, los tiros no van por ahí, es colocar absurdamente la carreta delante de los caballos como lo quieren hacer ver principalmente los miopes del socialismo totalitario venezolano, léase Diosdado Cabello y Nicolás Maduro.

Creen ellos, en su desmedida euforia, que los sacudones en Ecuador y Chile (por supuesto minimizan lo que pasa en Bolivia y no mencionan el posible triunfo de la derecha uruguaya) junto a los triunfos de  aspirantes independientes y de tendencias de izquierda colombianos, son aires que se convertirán en huracán bolivariano en este continente, e incluso, atrevidamente, dicen que se sentirá en Europa.

Para estos comunistoides, la mayoría venezolana decepcionada, abandonada y ultrajada por ellos no se alzará y convulsionará al país. Pregonan, cínicamente, que este es la nación más estable de América Latina, sin que sus tapiados oídos puedan escuchar la enorme olla de presión que gorgorea en el colectivo nacional (sometido por ahora a la represión de choque y de inanición) pero que en el momento menos pensado volará la tapa con efectos impredecibles.

Será un incendio de grandes proporciones directamente proporcional a las calamidades de los venezolanos, mucho más lacerantes que las necesidades de sus vecinos de América del Sur, por cuanto si estos se reparten prioridades económicas y políticas, Venezuela está atenazada al cuadrado por ambas concurrencias. Tiene hambre estomacal y democrática, de cubrir sus necesidades inmediatas y de contar, como en el pasado, con un sistema político de alternancia partidista y división de poderes. En dos palabras: hambre de justicia.

Entonces quienes no volverán jamás serán los pregoneros y sustentadores infames del Socialismo del Siglo XXI.









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Convulsiones en Latinoamérica sacudirán suelo venezolano Convulsiones en Latinoamérica sacudirán suelo venezolano Reviewed by Alejandro Domecq on 11:49:00 Rating: 5

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