Maduro busca un “segundo aire” con bulla mediática por el “Cucutazo”

                                               
Después de que el periodista de Panam Post, Orlando Avendaño, publicara con facturas en mano el uso indebido y vergonzoso que dieran los designados por Guaidó, Rosana Barrera y Kevin Rojas, al dinero destinado en Cúcuta para los militares disidentes del régimen de Maduro, este y su equipo han armado una estridente y sostenida bulla mediática con mentiras, medias verdades y sofismas de toda ralea para hacer creer al pueblo venezolano que el presidente encargado comanda una pandilla de corruptos, de modo que cunda la decepción y desesperanza colectiva y se trunque el objetivo primario: salir del nefasto y depredador gobierno rojo.


Con el mayor cinismo y desparpajo, los altos jerarcas del madurismo-chavismo salieron bien pronto a condenar  lo que consideran a rajatablas una conducta propia de la oposición por un hecho a todas luces censurables, pero que no por ello hay que deducir arbitrariamente que los adversarios de la dictadura de nuevo cuño son todos corruptos. Eso es lo que quiere transmitir el laboratorio mediático del pseudo gobierno revolucionario, al frente del cual está el psiquiatra manipulador y ministro de Comunicación Jorge Rodríguez. Es como si se partiera de esta falsa premisa: si alguien de una familia es ladrón entonces los demás miembros son ladrones. ¿Quien no ha tenido una oveja negra en su casa?. El régimen mira la paja en la oposición y no la viga que lo carcome.

Todo apunta que Barrera y Rojas manejaron y malversaron a su capricho unos 90 mil dólares del dinero desembolsado para pagar hoteles y manutención a militares -y sus familiares- que le dieron la espalda a Maduro, según el reportajes de Avendaño...  “Me entregaron todas las pruebas. Facturas que demuestran excesos y, varias, extrañísimas, de diferentes talonarios, firmadas el mismo día y con estilos de escritura idénticos. Casi todas sin sello. Gastos de más de 3 000 000 de pesos en hoteles colombianos y en discotecas, por noche. Unos mil dólares en bebida y comidas. Gastos de ropa en carísimas tiendas de Bogotá y en Cúcuta. Reportes de alquiler de vehículos y pagos en hoteles a sobreprecio. Plata que fluía. Mucha plata”.

La información fue confirmada por Humberto Calderón Berti, embajador en Colombia de Guaidó, quien dijo que se estaba investigando el supuesto fraude desde hacía dos meses y de hecho se introdujeron las pruebas en la Fiscalía colombiana. Asimismo tanto el secretario de la OEA, Luis Almagro, como el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, condenaron el hecho punible.

Es de suponer que, como si gritaran ¡Bingo!, Maduro y sus funcionarios cercanos prepararon su estrategia y se lanzaron cual jauría sobre la oposición con afirmaciones de este tenor: “Voluntad Popular quiere robar solo, esa es la razón por la que la oposición está dividida, los militantes de ese grupo terrorista se están quedando con toda la plata de la supuesta ayuda humanitaria”, pronunció Rodríguez en rueda de prensa. Y disparó palabras contra Juan Guaidó... “se robó 3 millones de dólares recaudados en el concierto Venezuela Aid Live... Dejaron a todos los trabajadores sin paga”.
Guidó por su parte respondió ante periodistas que él era el primer interesado en aclarar lo sucedido. Y en una entrevista al diario ABC de España resumió los pasos para esclarecer la situación:

“Retiramos a estas dos personas del cargo, mandamos la investigación a la Fiscalía colombiana, le pedimos a Transparencia Internacional que hiciera una auditoria no solamente del tema de manejo de la asistencia a los militares, si no de todo lo que tenga que ver con la ayuda humanitaria, en general. Estamos en proceso para designar un Contralor especial de cara al cese de la usurpación. También remitimos la investigación a la comisión de contraloría de la Asamblea Nacional venezolana. Hay que diferenciarse de lo que fue el régimen que desfalcó 330.000 millones de dólares”.

El mayor reproche que se le ha hecho a Guaidó por diversos sectores es que no se pronunciara antes que estallara el llamado Cucutazo, aunque él señaló que no lo hizo con anticipación porque se trataba de “una investigación en curso”.

Si bien la situación mal pone a la oposición, no la condena a la hoguera que ficticiamente ha encendido el madurismo y que, lamentablemente, ha hecho pisar el peine a muchos compatriotas –entendible en todo caso- pero inexplicable en personas opositoras curtidas en política y que en mayor o menor grado han contribuido a correr la bola venenosa en desmedro de la causa común de expulsar una camarilla de mandamases indecentes, intolerantes e indolentes.

Entre tanto, Maduro disfruta de su segundo aire pero la pregunta obligada es: ¿Cuánto oxígeno le queda?




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